
Terapia de luz Led

Cada vez más utilizadas en los tratamientos de belleza, las terapias de LED facial representan un recurso seguro, efectivo e indoloro, que nos aporta tonicidad y frescura a la piel del rostro. Esta tecnología, desarrollada por la NASA hace algunos años para el tratamiento de las heridas de los astronautas, ha ganado protagonismo en el mundo de la estética, generando toda una revolución en el cuidado facial.
Desde terapias de rejuvenecimiento antiarrugas hasta tratamientos para combatir el acné, son muchas las aplicaciones que aprovechan la tecnología de diodos emisores de luz para la reparación de daños en la piel. A continuación, conoceremos un poco más sobre la innovadora terapia LED facial y los beneficios que brinda su uso.
La terapia LED facial es un método que emplea la fototerapia con el fin de rejuvenecer el tejido a través de ondas conductoras de energía, las cuales ayudan en la producción de colágeno y en la estimulación de los músculos faciales de forma segura.
Estos son algunos de los beneficios que nos brinda la terapia LED facial:
Mantiene la piel segura. La luz emitida por esta terapia no genera quemaduras ni daños en la piel; es un tratamiento donde no se siente dolor ni calor puesto que actúa de forma no invasiva. Además, los colores emitidos por los diodos pueden llegar a ser bastante relajantes.
La terapia LED es tan segura que el procedimiento puede ser realizado una vez cada quince días o menos, dependiendo de la necesidad inmediata de lucir una piel tersa y suave.
Esta terapia estimula la producción de colágeno de forma considerable, siendo esta sustancia proteica de suma importancia para el cuidado de la piel puesto que drena, desintoxica y aumenta la circulación del sistema linfático para que el proceso de depuración sea más rápido.
De la misma forma en que las plantas utilizan la luz del sol, la piel utiliza la luz LED generando bloques de construcción celular. Así, además de incrementar la producción de colágeno y elastina, también disminuye la producción de la colagenasa, enzima proteolítica responsable de acentuar el envejecimiento de la piel a través de la degradación del colágeno.
Ahora bien, siendo la piel sensible a la estimulación lumínica, se establecieron distintas longitudes de ondas diferenciadas por colores para cada necesidad; así, cada color viene con una solución distinta dependiendo del caso.
La luz roja se utiliza para reparar el daño en los tejidos y disminuir las arrugas o líneas de expresión; también es muy eficaz para las ojeras. Además, estimula la producción de colágeno y elastina al penetrar en las zonas superficiales del tejido.
Por su parte, la luz azul es ideal para quienes sufren de acné o tienen tendencia a padecerlo. Esta longitud de onda se adentra en los poros y va eliminando los microbios causantes del acné, disminuyendo la inflamación y generando un efecto rejuvenecedor en la piel.
También, ayuda a cerrar los poros que se encuentran dilatados puesto que estimula los mecanismos naturales de reparación, generando un aspecto armónico en la piel.
La luz verde es ideal para aquellas personas que tengan manchas en la piel generadas por el uso excesivo de maquillaje, exposición prolongada al sol o manchas generadas por la edad. Además, ayuda a cicatrizar e incrementar el proceso regenerativo de la piel y estimula los nutrientes que participan en la regeneración de pieles longevas.
En el caso de la luz amarilla, Disminuye el enrojecimiento conocido como cuperosis y la irritación cutánea, al estimular el sistema linfático a través de una estimulación en el sistema nervioso.
La luz celeste nos confiere una sensación de relajamiento y energización y también sirve como un calmante para la dermis sensible, mientras que la luz violeta ejerce la función de cicatrizante, apoya el cierre de heridas y reduce la reproducción del acné.
La luz blanca genera una distensión de las líneas de expresión y ayuda a regenerar el tejido viejo.